martes, 25 de octubre de 2016

Hábitos Alimentarios ( Nutrición)


Hábitos Alimentarios



Los aprendizajes logran formar hábitos, y los hábitos son conductas adquiridas que se repiten una y otra vez, convirtiéndose en comportamientos automáticos que definen un estilo o manera de hacer las cosas. Pueden ser sanos o insanos. Los hábitos sanos son todas aquellas conductas que favorecen el crecimiento, el desarrollo y el modo correcto de hacer las cosas, siendo insanos todos aquellos hábitos que contradicen lo anterior, deterioran o frenan nuestra adaptación y desenvolvimiento.

La adquisición de hábitos sanos o insanos depende, en un primer momento, de la influencia de las personas que nos rodean, primeramente en la familia, luego en la escuela y posteriormente en el resto de los ambientes donde nos desenvolvemos. Un hábito se mantiene en el tiempo gracias a sus consecuencias, a las recompensas que se reciben del entorno; es por esto que las personas encargadas de la crianza deben actuar de forma consciente, es decir, con intención y trascendencia.

Si los hábitos adquiridos son sanos estos nos ayudarán a organizarnos, a cuidarnos y asumir responsabilidades sobre nosotros mismos y los demás. Si los mismos son insanos permaneceremos en un círculo vicioso que profundizará cada vez más el deterioro de nuestro organismo y perjudicará nuestra relación con el medio.

Así pues, los hábitos alimenticios, se pueden definir como los hábitos adquiridos a lo largo de la vida que influyen en nuestra alimentación.



Evolución de los Hábitos Alimentarios 

Anteriormente, la historia de la especie humana, se puede explicar con bastante precisión mediante la historia de la alimentación. Se han producido importantes cambios entre el hombre prehistórico y el hombre actual, algo evidente simplemente fijando la atención en el cambio del significado de la alimentación. El hombre prehistórico se preocupaba sobre todo por la cantidad de alimento, ya que su mayor interés se basaba en la supervivencia, mientras que el hombre actual dispone de muchos más recursos, sin apenas esfuerzo, centrando su elección en la calidad, determinada además por las costumbres, tradiciones, creencias y el saber culinario entre otros. El hecho de elegir según la calidad, no implica que coma mejor, dado el creciente número de enfermedades relacionadas con la alimentación en la actualidad.

Esta evolución de la alimentación a lo largo de la historia, ha estado influenciada por cambios sociales, políticos y económicos. Los grandes viajes y descubrimientos contribuyeron a la diversificación de la dieta, pero al mismo tiempo, la abundancia o escasez de alimentos, ha condicionado el desarrollo de los acontecimientos históricos.


Alimentación Balanceada

Por otra parte, alimentarnos para vivir sanos implica la ingesta de alimentos que nos proporcionen la energía y los nutrientes necesarios para que nuestro organismo cumpla a cabalidad con sus diferentes funciones. Esto se logra a través del hábito de comer de forma balanceada y variada todos los días.

Se entiende por alimentación balanceada la ingesta de alimentos representativos de los cinco grupos alimenticios que aportan funciones energéticas, reguladoras y reparadoras, para garantizar que nuestro cuerpo cuente con las cantidades necesarias de nutrientes que reparan, regulan y dan energía, de forma regular, esos alimentos deben estar presentes en nuestros platos de comida.

En los primeros años de vida la forma de alimentación principal es la lactancia y luego varía dependiendo de nuestra natural evolución. Es por ello que se puede hablar de una etapa en la que lo adecuado es ingerir alimentos líquidos, en una segunda alimentos semisólidos y, en la última, alimentos sólidos.

Etapas de la Alimentación

  • Etapa del alimento líquido.

La lactancia Comprende desde el nacimiento hasta los seis meses de edad, periodo en el cual la alimentación debe ser exclusivamente con leche materna.


A la leche materna se le conoce como el alimento más completo, perfecto, ideal, para los más pequeños de la especie humana, hasta los seis meses de edad. Esta se caracteriza por ser una compleja combinación de agua con variados nutrientes, en cantidades que se ajustan a los requerimientos nutricionales del bebé para que crezca y se desarrolle adecuadamente durante esos primeros meses de vida.

  • Etapa de los alimentos semisólidos.

La ingesta de estos alimentos comienza por lo general una o dos semanas antes de los seis meses, coincide con el logro de la posición sentada sin apoyo y con la aparición de los primeros dientes.


  • Etapa de alimentos sólidos.

Esta última etapa se inicia al acércanos al primer año de vida y se mantiene por el resto de nuestros días. Las tareas a asumir en esta etapa aumentan en cantidad, complejidad y, algunas de ellas, en exigencia física también. Como el requerimiento energético se incrementa y hay más exposición al medio, la variedad de alimentos a ingerir tiene que aumentar, así como el tamaño de las porciones.


Importancia de los Hábitos Alimentarios Saludables:


Para mantenernos sanos y fuertes, es muy importante llevar una alimentación adecuada. No sólo es importante la cantidad de alimentos que comemos, sino también su calidad, ya que ambas influyen en el mantenimiento adecuado de nuestra salud. Por eso, es necesario saber qué nos aporta cada alimento, para así elegir un plato o menú más saludable.


La Dieta


En cuanto a la dieta, etimológicamente, la palabra proviene del griego Dayta que significa "régimen de vida". Se acepta como sinónimo de régimen alimenticio, que alude al conjunto y cantidades de los alimentos o mezclas de alimentos que se consumen habitualmente. Aunque también dieta puede hacer referencia al régimen que, en determinadas circunstancias, realizan personas sanas, enfermas o convalecientes en el comer y beber.


La dieta humana, se considera equilibrada si aporta los nutrientes y energía en cantidades tales que permitan mantener las funciones del organismo en un contexto de salud física y mental. 

Esta dieta equilibrada es particular de cada individuo y se adapta a su sexo, edad y situación de salud. 

Por lo tanto, una dieta se define como el conjunto de alimentos y platillos que se consumen cada día y constituye la unidad de la alimentación. 


Al hablar de las comidas, debemos hablar de hábitos y detallamos las siguientes:

La primera, el desayuno. Éste es muy importante, ya que nos proporciona la energía que necesitamos para realizar nuestras actividades a lo largo de la mañana y el resto del día. No debe saltarse, se recomienda desayunar media hora luego de levantarse, ya que entre sus beneficios; asegura la ingesta adecuada de nutrientes; ayuda regular el peso ya que evita el picoteo a lo largo de la mañana; mejora el rendimiento físico y mental.

La segunda, el almuerzo. Consumo importante, generalmente consta de una primera ración de carbohidratos, una segunda ración de proteínas, una tercera ración compuesta por frutas y hortalizas, y por último y no menos importante pero en pocas cantidades grasas saludables.

La tercera, la cena. Por la noche no te acuestes sin cenar. La cena es parecida al almuerzo, pero un poco más ligera.

Y por último, la merienda, supone una comida estratégica en el equilibrio alimentario. Idealmente entre comidas y debe cubrir entre un 10% y un 15% de los aportes energéticos diarios. Debe incluir un producto lácteo, una pieza de fruta, pan o cereales.

Finalmente, tener buenos hábitos alimentarios significa llevar una dieta balanceada complementada con el ejercicio físico, sumando que mediante unas buenas prácticas de nutrición, todos los órganos del cuerpo funcionaran eficientemente, teniendo más energía a lo largo del día; para así prevenir y evitar un sinnúmero de enfermedades.

Además de, incluir alimentos de los cuatro grupos: cereales y tubérculos, frutas y verduras, productos de origen animal, grasas y azúcares. Es muy importante grabar buenos hábitos que proporcionen diversos beneficios, como:

  • Masticar despacio. Es muy común que al comer rápidamente, se mastique mal. Esto impide disfrutar del sabor de la comida y, lo que es peor, genera una serie de problemas en el aparato digestivo.

Una buena masticación evita que el estómago e intestino trabajen horas extras y que se sienta pesadez, así como agruras y estreñimiento; ayuda a calmar el sistema nervioso y aumentar la cantidad de oxígeno en el cuerpo, lo que reduce la ansiedad durante la comida.

  •  Beber agua, pero no durante las comidas. Se recomiendan, por lo menos, beber agua de media hora a una hora antes de comer y después de la comida. Nunca durante la ingesta de alimentos. 


















Tampoco es bueno tomar agua helada; ésta enfría el estómago, retarda la acción natural de los jugos gástricos y afecta el sistema digestivo.

  • Limitar el consumo de azúcares, grasas y alcohol al 10% de lo ingerido en un día. Un buen hábito alimenticio es consumir más carnes bajas en grasa (pollo, pescado), cocinar con menos aceite (como el de origen vegetal), limitar los postres como chocolates, helados, o pasteles.















  • Consumir proteínas en cantidades moderadas (20%): Limitar las raciones de carne a 150 a 200 gramos (del tamaño de 2 barajas) Es mejor no tomar el guisado como el plato principal de la comida, sino como parte de ella, e intentar comer leguminosas junto con cereales como plato fuerte (enfrijoladas, semillas con germen de trigo), combinaciones casi tan altas en proteínas como la carne, pero bajas en grasa.


















Formación de los Hábitos Alimentarios 

La educación inicial contribuye a la formación integral del niño y la niña en el contexto de la acción conjunta y coordinada de las diferentes redes de atención de la comunidad y la familia. Su meta es promover el intercambio de situaciones de aprendizaje y vivencias, que ayuden a afianzar el crecimiento y desarrollo de los hábitos alimentarios.

La promoción, formación y consolidación de los hábitos alimentarios y estilos de vida saludables de forma sistemática contribuye a:

  •  Prevenir desde las primeras etapas de la vida la aparición de trastornos y enfermedades vinculadas con la alimentación y nutrición, que se pueden manifestar a corto plazo y posteriormente en la edad escolar, adolescencia y hasta en la edad adulta

  •  Lograr que los conocimientos en materia de salud, nutrición y estilos de vida saludables sean adaptados al nivel de aprendizaje de los niños, niñas, docentes y adultos significativos, para su aplicación en la rutina escolar, familiar y en la comunidad.

  • Formar rutinas que favorezcan una relación alimentaria sana y estimulen actitudes positivas de los niños y las niñas hacia una alimentación saludable.

  • Valorar y aprender las pautas de conducta y actitudes que contribuyan a estimular la protección y cuidado responsable de su salud integral

  •  Fomentar el bienestar integral y seguridad alimentaria de la familia y de cada uno de sus integrantes, especialmente los niños y las niñas.

En lo que se refiere al marco legal, la ley orgánica para la protección del niño, niña y adolescente, hace referencia a los derechos de los niños y las niñas en los aspectos de información, atención en salud y nutrición, tal como se indica en sus artículos 30 y 43, que destacan la importancia del derecho a un nivel de vida adecuado, a la información y atención en materia de salud y nutrición. En este sentido la formación de hábitos alimentarios y estilos de vida saludables conforman un área prioritaria.

En lo que corresponde a la formación de hábitos alimentarios se comprende que el hogar, el maternal, el preescolar y la comunidad ofrecen una gama de estímulos generadores de experiencias, formar hábitos y desarrollar las siguientes habilidades:

  •  Estimular el conocimiento de cuerpo y las funciones de eliminación.
  •  Explorar el entorno y contribuir al buen desenvolvimiento en los diferentes espacios e instalaciones, tanto del área de comer como de las áreas sanitarias:
  •  Lavar frutas y hortalizas
  •  Lavarse las manos antes de comer 
  •  Utilizar los cubiertos, y demás utensilios adecuados
  •  Utilizar una buena postura
  • Comer a la hora adecuada
  • Guiarse por el índice de dieta calórica
  •  Leer con determinación la tabla nutricional de los productos para el consumo
  • Elegir alimentos en buen estado y saludables.

Los adultos representan modelos a seguir por los niños y las niñas mediante sus acciones, lenguaje y actitud, marcan la pauta de acción en el desarrollo oportuno de las rutinas y actividades que contribuyen a formar hábitos saludables.

Estos tienen en sus manos la oportunidad de brindar una gran variedad de experiencias para enriquecer el aprendizaje de hábitos y vigilar que se den las condiciones e interacciones apropiadas entorno a este proceso.

Es importante que los adultos observen su actitud y la de quienes rodean a los niños y a las niñas y verificar que mensajes les están transmitiendo mediante los hábitos que practican en su vida diaria.



Adecuación de Hábitos Alimentarios

Las condiciones o vínculos que se establecen entre los niños, las niñas y su entorno (físico y socio afectivo) en el momento de las comidas, son fundamentales para lograr una relación de intercambio positivo que estimule la enseñanza y aprendizajes de hábitos alimentarios y estilos de vida saludable. Para crear un ambiente humano, cálido y positivo es importante tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Responder de manera afectuosa y positiva las necesidades que expresan los niños y niñas

  • Tomar el tiempo suficiente para alimentarlos y a su vez darles muestras de afecto, como cantarles una canción, o conversar con ellos en relación a su alimentación, haciendo de las comidas momentos amenos para compartir. 



Factores que Influyen o Modifican los Hábitos Alimentarios


Puesto que es prioritario que se produzca un cambio alimentario en la población, resulta necesario comprender mejor qué factores determinantes afectan a la elección de alimentos. A continuación se exploran los factores más importantes que influyen en la elección de los alimentos, con especial hincapié en los que es posible cambiar, y se describen algunas intervenciones satisfactorias.



Principales factores determinantes de la elección de alimentos: 


El principal factor impulsor de la alimentación es, obviamente, el apetito, pero lo que decidimos comer no está determinado únicamente por las necesidades fisiológicas o nutricionales. Algunos de los demás factores que influyen en la elección de los alimentos son:

  • Determinantes biológicos como el hambre, el apetito y el sentido del gusto.
  • Determinantes económicos como el coste, los ingresos y la disponibilidad en el mercado.
  • Determinantes físicos como el acceso, la educación, las capacidades personales (por ejemplo, para cocinar) y el tiempo disponible.
  • Determinantes sociales como la cultura, la familia, los compañeros de trabajo y los patrones de alimentación.
  • Determinantes psicológicos como el estado de ánimo, el estrés y la culpa, actitudes, creencias y conocimientos en materia de alimentación.

Resulta obvio que la elección de los alimentos es un asunto complejo. Los factores que influyen en la elección de alimentos varían también en función de la fase de la vida, y el grado de influencia de cada factor varía entre un individuo o grupo de individuos y otro.

Por eso, un mismo tipo de intervención que se realice para modificar la conducta en cuestión de elección de alimentos no tendrá éxito en todos los grupos de población. Por lo tanto, deberán realizarse diversas intervenciones orientadas a diferentes grupos de la población, teniendo en cuenta los numerosos factores que influyen en sus decisiones a la hora de elegir alimentos.



Determinantes Biológicos de la Elección de Alimentos


El Hambre y la Saciedad


Nuestras necesidades fisiológicas constituyen los determinantes básicos de la elección de alimentos. Los seres humanos necesitan energía y nutrientes a fin de sobrevivir y responden a las sensaciones de hambre y de saciedad (satisfacción del apetito, estado de ausencia de hambre entre dos ocasiones de ingesta). En el control del equilibrio entre hambre, estimulación del apetito e ingesta de alimentos participa el sistema nervioso central. 

Los macronutrientes (hidratos de carbono, proteínas y grasas) generan señales de saciedad de intensidad variable. Sopesando las evidencias parece claro que las grasas son las que tienen la menor capacidad saciante, mientras que los hidratos de carbono tienen una capacidad saciante intermedia y se ha demostrado que las proteínas tienen la mayor.

Se ha demostrado que las dietas ricas en energía tienen un gran efecto sobre la saciedad, aunque las dietas pobres en energía generan lo contrario. La riqueza en energía de los alimentos con alto contenido de grasas o de azúcares también puede conducir a un "consumo excesivo pasivo": se ingiere un exceso de energía de forma no intencionada, y ello, sin consumir el volumen adicional. 

El volumen de alimento o el tamaño de las raciones consumidas pueden constituir una señal de saciedad importante. Muchas personas no son conscientes de qué tamaño deben tener las raciones para considerarse adecuadas y, por eso, ingieren un exceso de energía sin darse cuenta



La Palatabilidad

Es proporcional al placer que una persona experimenta cuando ingiere un alimento concreto. Depende de las propiedades sensoriales del alimento, como sabor, aroma, textura y aspecto. Los alimentos dulces y ricos en grasas tienen un innegable atractivo sensorial. Por eso, no es sorprendente que no sólo se consuman los alimentos como fuente de nutrición, sino que también por el placer que aportan. 

Se ha investigado en varios estudios la influencia de la palatabilidad sobre el apetito y sobre la ingesta de alimentos en seres humanos. A medida que aumenta la palatabilidad se produce un aumento de la ingesta de alimentos, pero el efecto de la palatabilidad sobre el apetito en el período posterior a la ingesta sigue sin estar claro. 

Además, incrementar la variedad de alimentos puede aumentar también la ingesta de alimentos y de energía y, a corto plazo, puede alterar el equilibrio energético.



Aspectos sensoriales

El sabor resulta ser una y otra vez uno de los factores que más influyen en la conducta alimentaria. En realidad, el sabor es la suma de toda la estimulación sensorial que se produce al ingerir un alimento. En dicha estimulación sensorial está englobado no solo el sabor en sí, pero también el aroma, el aspecto y la textura de los alimentos. Se cree que estos aspectos sensoriales influyen, en particular, sobre las elecciones espontáneas de alimentos. 

Desde una edad temprana, el sabor y la familiarización con los alimentos influyen en la actitud que tenemos hacia estos últimos. Se consideran inclinaciones humanas innatas el gusto por lo dulce y el rechazo de lo amargo, que están presentes desde el nacimiento. Las preferencias por sabores concretos y las aversiones por determinados alimentos van surgiendo en función de las experiencias de cada persona, y además, se ven influenciadas por nuestras actitudes, creencias y expectativas.



Determinantes Económicos y Físicos de la Elección de Alimentos


Coste y Accesibilidad

Sin duda, el coste de los alimentos es uno de los principales factores que determinan la elección. El hecho de que el coste sea prohibitivo o no depende fundamentalmente de los ingresos y del estatus socioeconómico de cada persona. Los grupos de población con ingresos bajos muestran una mayor tendencia a seguir una alimentación no equilibrada y, en particular, ingieren pocas frutas y pocas verduras. No obstante, el hecho de disponer de acceso a mayores cantidades de dinero no se traduce, por sí mismo, en una alimentación de mayor calidad, aunque la variedad de alimentos de entre los que elegir debería aumentar. 

La accesibilidad a las tiendas es otro factor físico importante que influye en la elección de alimentos, y depende de recursos tales como el transporte y la ubicación geográfica. Cuando están disponibles dentro de pueblos y ciudades, los alimentos saludables tienden a ser más caros que en los supermercados de las afueras. No obstante, el hecho de aumentar el acceso, por sí solo, no es suficiente para que se consiga incrementar la compra de frutas y verduras, que siguen siendo consideradas por la población en general como prohibitivamente caras.


Educación y Conocimientos

De los estudios efectuados se desprende que el nivel de educación puede influir en la conducta alimentaria durante la edad adulta. No obstante, los conocimientos en materia de nutrición y los buenos hábitos alimentarios no están fuertemente correlacionados. Eso se debe a que los conocimientos en materia de salud no conducen a acciones directas cuando los individuos no saben a ciencia cierta cómo aplicar sus conocimientos. 


Determinantes Sociales de la Elección de Alimentos

Influencia de la pertenencia a una clase social u otra

Lo que la gente come, se ve conformado y limitado por circunstancias que, en esencia, son sociales y culturales. En estudios llevados a cabo en la población se halló que existen diferencias claras entre las diversas clases sociales en relación con los alimentos y con la ingesta de nutrientes. Una alimentación deficiente puede provocar tanto una nutrición insuficiente (deficiencia de micronutrientes) como un exceso de alimentación (consumo excesivo de energía que ocasiona sobrepeso y obesidad); se trata de problemas a los que se enfrentan diferentes sectores de la sociedad, por lo que se requieren diferentes niveles de especialización y pericia y diferentes métodos de intervención.



Influencias Culturales

Las influencias culturales conducen a diferencias en el consumo habitual de determinados alimentos y en las costumbres de preparación de los mismos; en ciertos casos, pueden conducir a restricciones tales como la exclusión de la carne y de la leche de la alimentación. Sin embargo, es posible cambiar las influencias culturales: cuando un individuo pasa a vivir en otro país, suele adoptar los hábitos alimentarios concretos de la cultura local de ese país.



El Contexto Social

Las influencias sociales sobre la ingesta de alimentos se refieren a las influencias que una o más personas tienen sobre la conducta alimentaria de otras personas, ya sea directamente; compras de alimentos o indirectamente aprendizaje a partir de la conducta de otros, y ya se trate de una influencia consciente o subconsciente. Incluso cuando comemos solos, nuestra elección de alimentos se ve influenciada por factores sociales, porque se desarrollan actitudes y hábitos mediante la interacción con otras personas. 

El apoyo social puede ejercer un efecto beneficioso sobre las elecciones de alimentos e impulsar un cambio hacia una alimentación saludable.

Es un hecho ampliamente aceptado que la familia es fundamental a la hora de tomar decisiones en materia de alimentación.


El Entorno Social

Aunque la mayoría de los alimentos se ingieren en casa, cada vez hay una mayor proporción de alimentos que se consumen fuera de ella; por ejemplo, en los colegios, en el trabajo y en restaurantes. El lugar en el que se ingiere la comida puede afectar a la elección de alimentos, especialmente en cuanto a qué alimentos se ofrece a la gente. La disponibilidad de alimentos saludables en casa y fuera de casa incrementa el consumo de los mismos. Por desgracia, en muchos entornos de trabajo y escolares, el acceso a opciones alimenticias saludables es escaso. Ese hecho afecta en especial a quienes tienen horarios de trabajo exigentes.



Factores Psicológicos


El estrés y la tensión psicológica, es una característica frecuente de la vida moderna y puede modificar las conductas que afectan a la salud, como el consumo de tabaco, la elección y consumo de alimentos. 

La influencia del estrés sobre la elección de alimentos es compleja, y aún en mayor medida a causa de los diversos tipos de estrés que una persona puede padecer. El efecto del estrés sobre la ingesta de alimentos depende de cada individuo, del factor o factores estresantes y de las circunstancias. En general, algunas personas comen más de lo normal, y otros menos de lo normal, cuando se ven sometidas a estrés.

Los mecanismos que se han propuesto como explicación de los cambios en la alimentación y la elección de alimento motivados por el estrés son; diferencias en la motivación (reducción de la preocupación por el control del peso), mecanismos fisiológicos (reducción del apetito causada por los procesos vinculados al estrés), y cambios de tipo práctico en cuanto a las oportunidades de ingesta de alimentos, la disponibilidad y la preparación de las comidas. 

Por lo tanto, el estado de ánimo como el estrés pueden afectar a la conducta en cuanto a elección de alimentos y, posiblemente, a las respuestas a corto y largo plazo a las intervenciones de tipo alimentario.



Los Trastornos Alimentarios

A diferencia de muchas otras funciones biológicas, la conducta alimentaria se ve sometida a menudo a un sofisticado control cognitivo. Una de las formas de control cognitivo de la ingesta de alimentos más ampliamente practicadas es ponerse a dieta. 

Muchas personas expresan el deseo de perder peso o de mejorar su aspecto corporal y adoptan diversos enfoques a fin de lograr un índice de masa corporal idóneo. Sin embargo, pueden surgir problemas cuando alguien se pone a dieta o realiza ejercicio físico radicalmente. La etiología de los trastornos alimentarios suele estar constituida por una combinación de factores, entre los que se encuadran los de tipo biológico, psicológico, hereditario y sociocultural. La aparición de los trastornos alimentarios suele estar vinculada a una imagen distorsionada que la persona afectada tiene de sí misma, a un nivel bajo de autoestima, ansiedad no específica, obsesiones, estrés y a la infelicidad. 

En general, para tratar los trastornos alimentarios se debe estabilizar el peso del paciente y hacer que éste acuda a psicoterapia individual. La prevención resulta más complicada de definir, pero se ha sugerido que se debe: evitar los maltratos a menores, evitar magnificar los problemas de peso y de salud, mostrar afecto sin caer en un control excesivo, no fijarse pautas imposibles de alcanzar, premiar los pequeños logros en el presente y fomentar la independencia y la sociabilidad.

Si la gente cree que su alimentación ya es saludable, posiblemente no sea razonable esperar que modifiquen su dieta o que se planteen la nutrición o la alimentación saludable como un factor muy importante a la hora de elegir los alimentos que comen.



Obstáculos al Cambio de Alimentación y de Estilo de Vida

Los ingresos de una unidad familiar u hogar, así como el coste de los alimentos, representan un factor importante que afecta a la elección de alimentos, en especial en el caso de los consumidores con escasos ingresos. La posibilidad de que se malgasten alimentos conduce a una reticencia a probar alimentos nuevos por miedo a que los miembros de la familia los rechacen. También la carencia de conocimientos y la pérdida de habilidades culinarias pueden inhibir la compra y preparación de comidas a partir de ingredientes básicos. 

Se ha propuesto, como una de las posibles soluciones, educar a la gente sobre cómo puede aumentar su consumo de frutas y verduras de manera asequible y sin incurrir en costes adicionales en términos de dinero ni de esfuerzo. 

Asimismo, si los gobiernos, las autoridades de salud pública, los productores y el comercio minorista adoptasen iniciativas destinadas a promover la idea de que los platos a base de frutas y verduras ofrecen un buen valor en relación con el dinero pagado por ellos, podrían realizar una contribución positiva al cambio de alimentación.



Modelos Conductuales de la Salud

Entender cómo las personas toman decisiones en relación con su salud puede facilitar la planificación de estrategias de promoción de la salud. En este contexto, la influencia de la sociopsicología y de los modelos basados en teorías asociadas a la misma desempeña una función importante. Dichos modelos contribuyen a explicar el comportamiento humano y, en especial, a entender el modo en que las personas toman decisiones sobre su salud. También se han empleado para realizar una estimación de la probabilidad de que se produzca un cambio en la conducta alimentaria.

En definitiva, los aprendizajes se logran a través de la práctica repetida, lo que a la larga forman los hábitos. Se podría decir que la adopción y mantenimiento de hábitos alimentarios saludables son un reflejo de la crianza consciente con intención y con trascendencia recibida durante la niñez. Primero modelados y reforzados por los cuidadores naturales y posteriormente, mantenidos por el mismo individuo gracias al estado de bienestar experimentado internamente, en cuerpo y en mente.

Criar con intención quiere decir con objetivos claros. Saber qué y para qué el niño debe adquirir determinadas conductas, teniendo presente las consecuencias de las mismas. Y criar con trascendencia se refiere a que las conductas a enseñar sean útiles para que sean aplicadas en otras situaciones o ambientes, en el futuro.

Si los hábitos adquiridos son sanos esto ayudará a organizar, a cuidar y a asumir responsabilidades sobre el individuo y los demás. Si los hábitos adquiridos son insanos se permanecerá en un círculo vicioso que profundizará cada vez más el deterioro del organismo y perjudicará la relación con el medio, Ejemplo: Por hábitos insanos tenemos el consumir con frecuencia y en excesos dulces, bebidas gaseosas, comidas chatarras, falta de diferenciación entre dieta para bajar de peso y dieta como buena alimentación, saltarse las comidas entre otras más.

Para concluir, una de las tareas que se tendrán que aprender para mantener la raza humana viva y saludable es alimentar para nutrir y hacer ejercicios regularmente.



Alimentarse para vivir sanos implica la ingesta de alimentos que proporcionen la energía y los nutrientes necesarios para que el organismo cumpla a la perfección con sus diferentes funciones. Esto se logra a través del hábito de comer de forma balanceada y variada todos los días.


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